Durante los casi 5 años que tiene este blog creo que he hablado absolutamente de todo. He imaginado, he llorado, he reído, he compartido penas, alegrías, ilusión, emociones, sensaciones… Durante todo este tiempo he visto como muchos blogs se crean durante la espera pero que luego se cierran al llegar la adopción a término. La espera desespera, pero pocos son aquellos valientes que nos siguen contando sus emociones cuando su desesperada espera llegó a su fin. En este punto no todos encuentran dónde está el límite de la protección infantil y hasta dónde debemos o no debemos compartir.
He escrito muchas veces sobre cómo me he imaginado durante años como hubiera sido mi asignación; cómo sería esa llamada, quién sería la primera persona a la que llamaría, a quién enviaría el primer mail, la primera foto de la asignación… pero durante estos años he descubierto que quizás nunca hubiera sido ni siquiera aproximado a lo que había imaginado. He vivido asignaciones en primera fila de gente desconocida, he vivido de lejos asignaciones de gente cercana, he cogido en brazos a bebés a las pocas horas de estar en su familia, he tardado dos semanas en poder acurrucar a otros.
Cuando llega el GRAN momento, TU momento, tus necesidades pueden ser tan diferentes, tus miedos pueden ser tan diferentes, tus sensaciones pueden ser tan diferentes…. Que quizás recurras a alguien que está a miles de kilómetros, a alguien totalmente desconocido que en ese momento se convierte en tu cómplice, en tu mejor amigo, en tu nueva familia del corazón. A veces puedes sentir que quienes te rodean, quienes te acompañaron en el camino, aquellos con quienes caminaste durante la espera no van a ser capaces de entenderte, acompañarte o sencillamente ya no te apetece compartirlo con ellos.
He aprendido muchas cosas durante este camino pero lo más emocionante siguen siendo las palabras que llegan a mi mail con vuestras historias, vuestros miedos, vuestras preguntas, vuestras fotos de asignación… Me sigue sorprendiendo ser tan afortunada y tan dichosa de poder vivir con vosotros vuestras historias, de recibir las fotos de vuestras familias, por fin completas o a la espera de un segundo viaje, un segundo juicio, una segunda opinión médica. Hoy he leído un emocionante correo de una familia de Santiago de Chile a quien envié mis cuentos que me ha hecho saltar las lágrimas. Ayer un mail de una mamá que llegó hace unos meses de Etiopía con su retoño con quién compartí sus miedos y andaduras antes de su asignación. Hace dos días una familia que está a punto de viajar a Rusia… Y os confieso que, a pesar de no conoceros, río con vosotros, me emociono con vosotros, lloro con vosotros y sufro con vosotros.
No tengo claro que algún día viva una asignación. No tengo la seguridad de que algún día sea asignada. Quizás se cierre la etapa tras “X duros años a la esepra”. Quizás sea toda la vida una “eterna a la espera”. No lo sé, pero he llegado a una conclusión; si algún día lo vivo, si algún día tengo la suerte de vivir una asignación, he decidido que las primeras personas en saberlo seréis vosotras, aquellas que seguís mi blog durante años, aquellas que me preguntáis por entradas que escribí hace ya tanto tiempo que ni las recuerdo… Mi blog será la el primero en saber que he sido mamá y a través de él todas vosotras.