El número 15 se ilumina en rojo en la pantalla y sonrío. La "niña bonita" pienso. Y sonrío. El cielo está raso y el viento ha cesado. La luna llena de anoche está perezosa y no se quiere esconder. Pienso en nuestra vela roja de anoche y en cuántas velas más se encendieron... ¿con qué motivos se encenderían? Imagino que serán muchos y muy diversos.
Me pregunto cuántos adoptantes encendieron anoche una vela. Me pregunto cómo quedarán si colocamos esas velas una tras otra delante de la luna. ¿Hasta dónde llegarían? De momento la luna queda a mi espalda pero espero a la rotonda para volver a mirarla de frente.
Me pregunto si desde China la luna se verá igual de redonda y bonita. Allí ya estarán comiendo o ya habrán comido y la luna habrá desaparecido de su cielo. Son las 7:42 de la mañana. Hoy es día 28. Hace exactamente 4 años y medio desde que algún funcionario colocó el 28 de julio de 2008 sobre nuestra solicitud de adopción. Sonrío. Poco tiempo antes, cuando se gestó en nosotros la decisión de adoptar, las asignaciones estaban tardando 2 años y medio. Hoy hace 4 años y medio que esperamos y nos quedarán al menos, otros 4 más para saber, sencillamente, si el expediente es o no viable. Quizás pasen 8 años y únicamente podamos ver cómo los sueños de tantos y tantos años se diluyen en el tiempo para desaparecer. Quizás nunca conozcamos a nuestro hijo... pero esto no lo sabremos hasta que la asignación esté próxima . No queda otra que seguir esperando.
Hoy mi corazón sonríe. Me he dado cuenta de lo afortunada que soy sencillamente porque la vida me ha puesto delante un nuevo reto laboral que consume absolutamente todo mi tiempo. Ahora ya no tengo esas horas extras en casa que antes dedicaba a la adopción. Acabo el día tan agotada que únicamente tengo tiempo de recordar que sigo esperando... así, sin más.
Creo que el destino se ha apiadado de mí dándome una tregua, ocupando mi mente en cosas tan importantes y diversas para mí que ya no puedo dedicar a la adopción tantas horas de mi vida. Estoy segura de que el destino no lo hace por casualidad; él sabe de mi dolor, él conoce mejor que nadie mi llanto y esta terrible espera que alcanza cada vez más meses. El destino está de mi lado porque hoy, cada vez que he buscado la fecha en el calendario, he sonreído. Mi corazón sonríe feliz sencillamente porque es 28... y porque no tengo más tiempo de pensar en esta espera tan enfermiza, esta espera tan incierta. No es la espera lo que me estaba consumiendo, sino la incertidumbre de saber que quizás tras años y años de espera, mi sueño de maternidad se convierta en nada.
Aún así... he tenido que celebrar este día. Hoy me he dedicado unos minutos para escuchar una de las canciones que me hace estremecer el alma cuando la escucho. No sé si seré madre algún día pero si lo soy será exactamente como dice en esta canción; "Con la lluvia de invierno, con mis primeras canas, llegaste a mi vida..." Porque estoy segura de que si algún día esta eterna espera llega a su fin... será invierno (quizás en mi cumpleaños) y tendré muuuuchas canas.