martes, 22 de diciembre de 2020

La familia del corazón

 



La Familia del Corazón es una familia increíble. Todos los adoptantes saben de muy bien de qué hablo. Son esas personas que se convierten en tus hermanos, en tus confidentes, en tus compañeros de sonrisas y lágrimas durante el larguísimo camino de la adopción. La familia del corazón es la familia que eliges y que no tiene nada que ver con tu familia de sangre. Son personas que están siempre ahí dispuestas y disponibles para cualquier cosa; las que se alegran de tus logros y las que lloran contigo, las que te empujan a saltar, las que normalizan todo lo que ocurre y las que te abrazan con tus penas. 

Esperar una adopción durante 12 años (China) o 10 (nacional) es una carrera de fondo. Desde 2008 he visto asignar a cientos de familias. He vivido cada adopción como si fuera mía. He llorado al teléfono con otra adoptante cuando una familia estaba viviendo su encuentro, he salido de la ducha enrollada en una toalla para conocer a una peque recién llegada a la familia en China, he montado bienvenidas en estaciones de tren, aeropuerto... He vivido con muchísima intensidad durante muchísimos años las llegadas, las esperas... Durante todos esos años creamos Adopta2 (asociación de familias adoptantes de la Comunidad Valenciana), escribí y publiqué tres cuentos sobre adopción... Recorría la Península en busca de formación sobre adopción y leía libros a montones (tengo una colección de paternidad adoptante bastante extensa). Pero llegó el día en que tuve que dejar de esperar. Ya no podía seguir esperando. Y me plantée hasta cerrar la adopción pero el sabio de mi marido dijo... ¡con lo que llevas esperando esperaremos hasta el final y cuando llegue el momento, decidiremos conforme a la situación que tengamos en ese momento! Y así fue... Desconectamos de la asociación, de las familias, de la lectura sobre paternidad (aunque confieso que hace unos 6 meses leí dos libros sobre el cerebro del niño y educar en el asombro) pero hacía mucho tiempo que no conectaba con esta paternidad. 

¿Y sabéis qué? En el momento en que dijimos que sí sólo tenía a la familia del corazón en la mente. Leí hace poco que las personas conectamos emocionalmente con otras cuando vivimos experiencias en las que emocionalmente se siente lo mismo; la misma alegría, la misma pena. Y era justo lo que me estaba ocurriendo; estaba REviviendo exactamente la misma emoción que había sentido tantísimas veces antes con todas las asignaciones de la familia del corazón. Había pasado mucho tiempo. No sabía qué dirían cuando recibieran mi mensaje. Me temblaban las manos al escribir el mensaje y los ojos se me llenaban de lágrimas. "Somos papás" escribí y mandé a esa familia tan increíble de personas de la que llevaba años desconectada. ¿Y qué ocurrió? Pues que sonó el teléfono y sólo escuchaba llorar al otro lado. No  podía hablar. Susana estaba rota en lágrimas llorando a moco tendido. Y yo no podía hablar. Deshecha en lágrimas también. 

Muchas gracias Ruth por tus horas al teléfono. Gracias por calmar mis miedo con tus historias y con tu valentía personal. Gracias por recordarme que hay cosas mucho más importantes que una vida llena de trabajo y trabajo. Gracias por entender mi pánico y mi angustia. Gracias por estar ahí incondicionalmente. 

Muchas gracias Susana y Dani por llorar con nosotros y por recordarnos que todo lo que sentíamos era normal. Muchas gracias  por abrirnos vuestra casa, vuestras almas y vuestras experiencias. Muchas gracias por decorar muchos muchos metros con un hilo rojo (desde la calle hasta la entrada de casa) que nos ayudó a localizar vuestra casa a la que hacía años no volvíamos. Muchas gracias por normalizar el miedo, la ansiedad y el llanto. Muchas gracias por la preciosa bienvenida y por las cartas de vuestros hijos (consejos para padres adoptantes) que guardamos con mucho cariño y emoción. Toda la familia implicada en la llegada de un nuevo miembro. Vuestra trona es todo un éxito. ¡No podríamos vivir sin ella!

Muchas gracias Maribel y Manolo por estar ahí. Incondicionales. Por llorar con nosotros y hacernos sentir súper especiales. 

Muchas gracias Ana, Bea, Juan Carlos e Irene por vuestros mensajes, vuestras llamadas, todo vuestro apoyo y por compartir con nosotros vuestra emoción. 

Muchas gracias Sonia por ser una mami  de acogida ejemplar. Por tus consejos de "listado de cosas imprescindibles" y por todo lo que me ayudaste en los primeros días.

Y muchas muchas muchas gracias a todos los que tuvisteis un hueco para mandarme un whattsap, un mensaje por las redes sociales, un comentario... Nos hicisteis sentir queridos y muy cerca. ¡Algo que con esta pandemia no es nada fácil!

Y es que así es la magia de la familia del corazón. Todos entendieron y respetaron nuestra desconexión durante años pero ni el tiempo ni la distancia hizo que no sintieran nuestra asignación como si fuera la suya. 

Gracias, muchas gracias familia del corazón por ser tan mágica. 



sábado, 19 de diciembre de 2020

El primer encuentro

 El primer encuentro tuvo lugar el día 18 de diciembre a las 17:00 horas. Quedaban 5 días para recogerle y queríamos empezar con la adaptación lo antes posibles así que, ¿para qué esperar más? La técnico de Consellería accedió a venir con nosotros por la tarde aunque no trabajen en ese horario porque tenía que estar presente en la primera visita. Tras valorarlo, decidieron que fuéramos nosotros solos a verle (sin las chicas) porque iba a ser demasiado shock inicial para el peque. Y creo que fue una decisión acertada. 

A pesar de que el peque debió estar en una familia de acogida por lo pequeño que es, parece que cuando nació no había ninguna disponible así que creció en un centro rodeado de niños y cuidadores. Llegamos nerviosos y la técnico me decía: Creo que sigues en shock. ¡Pero como no voy a estarlo! 10 años hace desde la solicitud, mi vida ha dado un giro enorme y yo ya me había olvidado de esto. ¡Y tenemos 5 días para adaptar nuestras vidas! Creo que es normal estar en shock, ¿no?

El peque llegó en brazos de una cuidadora del centro y estuvo 15 minutos llorando a moco tendido con una carita de pena terrible. Entre las marcarillas, la técnico y nosotros creo que estaba en estado de shock. Tras esos interminables 15 min lo sentó en el suelo y nosotros nos sentamos también a jugar entre nosotros, sin mirarle. Y poco a poco se fue uniendo al juego. A los 30 min ya podíamos tocarlo y nos llamó la atención que estaba muy macizo. ¡Qué sensación más rara! ¡Nuestro hijo! Todavía no caminaba pero quería estar de pie en cualquier lugar. Así que nos dejó acercarnos y jugar con él. La cuidadora se salió de la sala pero se quedó a la vista y él se quedó tranquilo. Pasamos con él dos horas jugando. Me retiraba la mascarilla para mirarme la cara y sonreía. Cuando llegó el momento de despedirnos entré con él en brazos a la casa para dejarlo con la cuidadora y encontramos a su compañero de habitación en el pasillo. Tenía unos 2 años y medio y tenía una mini-coleta en la cabeza. Decía que si las chicas tenían coleta, él también quería. Estaba enfadado pegado a la pared poniendo morritos. Cuando llegamos a la sala y la cuidadora le puso los brazos a nuestro peque para que se fuera con ella, se giraba y le decía que no con la cabeza. No le habíamos visto decir que no en toda la tarde. Nos quedamos sorprendidos. Mi marido le tiraba los brazos para que se fuera con él y se iba. La técnico y la cuidadora se miraban y nos decían... "ya lo sabe. Sabe que sois sus papás". Un escalofrío extraño me recorría la espalda. 

Fue una tarde muy extraña. Intensa. Incredulidad, miedo, emoción... miles de sensaciones diferentes se agolpaban dentro de mí. Los cuidadores y la técnico nos trataron de maravilla pero no dejas de estar en un centro desconocido, en un ambiente diferente en una situación que descoloca al más pintado. Fue muy estremecedor ver cómo los peques que llegaban del cole se pegaban a los cristales de la sala en la que estábamos y preguntaban quiénes éramos y por qué estábamos con nuestro hijo. Creo que no se me va a borrar la sensación nunca. 

Llegué a casa con lágrimas en los ojos. Dolor de cabeza. Muchas ganas de acostarme a dormir. No sabía si lo que ocurría era real o un sueño. Había sido un día muy muy muy intenso en todos los sentidos. No pude cenar. Recuerdo que me senté en la cama y le dije a mi marido llorando: "¿crees que estamos tomando la decisión correcta? Y él me abrazó y me dijo que sí. Que no entendía por qué estaba tan tranquilo. Me dijo que quizás era un inconsciente pero que sentía paz dentro y que eso era una buena señal. ¡Menos mal! Si hubiéramos sido dos torbellinos de emociones no sé cómo hubiéramos acabado el día. 

Y justo en ese momento empezó la cuenta atrás... Si la adaptación va bien... sólo 5 días para recogerte. Hoy informaremos a la familia del corazón... esa que lleva tantos años esperando con nosotros y de la que nos hemos desconectado totalmente en los últimos años. 

viernes, 18 de diciembre de 2020

SÍ, hemos dicho que sí

Intenso. Así diría que ha sido el día de hoy en el que no sólo hemos aceptado el ofrecimiento sino que además tendremos al peque en casa en 5 días. 

Hemos llegado a Consellería a las 9:00 y tras pasar todos los controles y subir al piso correspondiente, nos han recibido dos técnicos que han comenzado su charla diciendo "entendemos perfectamente que digáis que no. Ha pasado mucho tiempo y entendemos que estéis en shock". Fuimos muy sinceros y les comentamos que queríamos escuchar el ofrecimiento que tenían para valor si nos sentíamos preparados y que no sería un "sí o un no a este ofrecimiento" sino que sería un "sí o un no" para siempre a la adopción. O ahora o nunca... estaba bien claro. Os confieso que llevábamos todo preparado desde casa; no direcmos que sí ni que no hasta el lunes. Total... hoy es viernes y no pasará nada si lo pensamos el finde. No podemos cambiar nuestra vida en 5 días y no reflexionar al respecto. Arranqué este proyecto estando sola hace 10 años y ahora somos 4 en casa (mi marido, sus dos hijas y yo). Las chicas, de 16 y 20 años, nos dijeron que apoyarían la decisión que tomáramos y que la respetarían pero que querían compartir con nosotros que simpre soñaron con tener un hermano. 

La técnico empezó a leer el expediente mientras nosotros, cogidos de la mano, escuchábamos. Hicimos unas cuantas preguntas y pedimos que nos dejaran solos. Y en ese momento, miré a mi marido, me llené de ronchas (que me suele pasar en los momento intensos) y le dije que no tenía clara la respuesta. Él me miró, me cogió de la mano y me digo que él no iba a esperar hasta el lunes para tomar una decisión, que no iba a pasar otra noche sin dormir, que decidiéramos que sí o que no en ese mismo momento. Y el vértigo se apoderó de mi. La organización de la vida. El trabajo. Mis viajes. Cómo encajar un bebé en nuestra familia. Él, que parecía que le habían pinchado un valium, me dijo que sin duda no cabía un bebé en nuestras vidas como eran pero que tendríamos que priorizar de otra manera; dejar de hacer cosas para encajar lo que estaba por venir. Él me preguntó si había algo que me dijera que no. Que escuchara mi estómago. Mi estómago me decía que tenía angustia, hambre, cosquilleo, dolor, risa nerviosa... ¿Qué mensaje debía escuchar en todo esto? Así que le dije que tenía vértigo, mucho vértigo. Que tenía la sensación de estar al borde de un precipicio sin saber qué tenía que hacer; si saltar o agarrarme fuerte. Justo delante teníamos unas ventanas enormes y estábamos en un piso 7. Así que él me dijo que él pensaba que teníamos que saltar juntos. Que le diera la mano. Que al final nuestra vida estaba llena de locuras. Que llevaba toda la vida siendo madre de otros que no son mis hijos y que si no era ahora, no iba a ser nunca. Así que llamamos a la técnico para decirle que teníamos una respuesta. Y subió diciendo que entendía cualquier decisión que hubieramos tomado. Y le dijimos que SÍ. Que estábamos preparados y asustados. Y entonces nos dijo que tenía unas fotos, que si queríamos verle. Y que además teníamos que empezar con la adaptación ya, porque la última niña que había salido en adopción con un poco más de tiempo que él necesitó que sus padres se integraran entre los cuidadores porque no había forma de ganársela. Y nos entregó las fotos. Y sonreímos. Y arranqué a llorar... No podía parar. Les pedí disculpas y me dijeron que lo entendían. Era demasiado tiempo. Era todo muy intenso. Nos llevamos las fotos a casa (para enseñarlas a sus hermanas que esperaban que no hubiéramos decidido nada) y esa misma tarde le conoceríamos. 

Llegamos a casa porque yo tenía una conferencia en 30 min y mi marido se fue a trabajar. Mis padres viven justo en el piso de enfrente así que entré con el sobre en la mano, temblorosa, para contarles que eran abuelos. Mi madre no estaba pero mi padre sí. Estaba preparándose un café con leche en la cocina. Tenía las manos temblorosas. Le dije que tenía algo que contarle. Me dijo que si era bueno o malo y le dije que no lo sabía. Que acaba de hacer una locura. Me dijo que no estaba para sustos. Le dije que dejara el vaso en la encimera de la cocina y le enseñé las fotos: "Felicidades. Acabas de ser abuelo". Nunca jamás imaginé la reacción de mi padre. Me miró y me dijo: "hija, esto es la mejor noticia que podían darme hoy". Y me abrazó. Y se le llenaron los ojos de lágrimas, de esas de verdad y de emoción. Cogió el folio con las fotos impresas y lo miraba. Y lo miraba. Y decía: "me cago en la leche... me cago en la leche"... ¡tengo un nieto! ¿tu madre lo sabe?. Mi madre sabía que hoy teníamos la cita pero le había dicho que no se hicira ilusiones porque no sabía qué íbamos a hacer. Mi padre no sabía nada así que estaba tan en shock como yo cuando recibí la llamada. Mi madre tocó el timbre para que mi padre bajara a la calle y le dijimos que subiera. Él todavía lloraba. Ella subió y nada más entrar dijo: "¡habéis dicho que sí!" Y le entregué el folio con las fotos de su nieto. 

Salí corriendo a casa a conectarme a una conferencia. No podía concentrarme... ¡soy mamá! ¡Soy mamá! 

Dos horas después llegó mi marido y preparamos cómo decirlo a las chicas. Pusimos un plato, un vaso y un tenedor pequeño más en la mesa. M llegó primero y preguntó para quién era el plato y le dijimos que para mi sobrina. Ella se quedó mosca porque el tenedor era pequeño pero pensó que se nos habían acabado los tenedores grandes. Al rato llegó A y justo cuando se sentaron ambas en la mesa saqué las fotos y les dije: "felicidades. Tenéis un hermano pequeño". Nunca jamás imaginamos su reacción. M empezó a llorar, gritando "¿de verdad? ¿de verdad? ¿de verdad? No podía ni mirar las fotos. Lloraba y lloraba y lloraba. A empezó a llorar y no podía parar de llorar. Se abrazaron a nosotros y en ese momento... nos convertimos en familia numerosa. 

Lo mejor está por llegar... el primer encuentro... Pero este lo dejo para otro post porque ha sido intenso. 

jueves, 17 de diciembre de 2020

La llamada de nacional

Hoy hace 10 años y 7 días que presenté el expediente de adopción nacional, dos años después de presentar el de China. Durante varios años no tuve claro que la adopción nacional fuera una posibilidad. No me gustaban las normas. No lo tenía claro. Estaba soltera por aquel entonces. Hoy, ademas, hace 9 años que celebramos nuestra boda en familia. Exactamente hoy. 

13:18. Estaba en la cola en la charcutería del SuperCor esperando que me empaquetaran una cesta de Navidad que tengo por tradición autoregalarnos en estas fechas (desde que soy autónoma es lo que hay)  pero que hoy, además, nos la ha regalado la tía. La tía se marcha porque pierde el tren. Me quedo sola y suena el teléfono. Creo que es mi marido pero es un teléfono largo. Me dice que es de Conselleria y que hemos sido asignados en el Consejo de hoy. No se escucha bien porque estoy en el fondo de un supermercado. Me dice que tenemos que ir rápidamente porque es Navidad y El Niño tiene que salir. Un niño ha dicho. Sólo me dice que nació en noviembre de 2019 (tiene 13 meses) y que está en un centro. Que la semana que viene es la adaptación de dos días y a casa. No tengo dónde anotar su teléfono así que le digo que me mande un mail y la llamo al salir de allí. Paralizada llamó a mi marido y se lo cuento. Recojo la cesta. Me tiemblan las manos. Salgo de allí y se me rompe el asa de la cesta camino del coche. Doy 5 vueltas para aparcar. Mando varios mensajes de audio a los amigos más cercanos. Al llegar a casa llamamos a Consellería y tenemos cita a las 9:00 am para que nos cuenten más. Una sensación súper extraña. Nuestra vida ha cambiado tanto en los últimos años que es como raro. Ahora somos 4 en casa. Hace 10 años estaba sola. Seríamos familia numerosa. 

Hoy toca noche de reflexión. Ha llegado el momento de decidir su seguimos adelante.