Cuenta la leyenda que existe un hilo rojo que une a todas
las personas que algún día estarán juntas, a pesar del tiempo, a pesar de las
circunstancias. Dicen que el hilo se puede enredar, se puede tensar, pero que
jamás se puede romper.
Y así fue como el día 30 de octubre de 2008, mientras
buscaba ilustrador para arrancar mi proyecto de los cuentos, encontré un
mensaje en una web online que decía: “me encantaría ilustrar un cuento infantil”.
No ponía nada más. El nombre, la ubicación, la forma de dibujar de aquella
persona era totalmente desconocida. No había mail ni ningún dato de contacto
así que decidí darle a “responder a este anuncio” comentándole que había leído
su mensaje en una noticia y que quería contactar. Ese mismo día recibí el siguiente
mensaje: “Estimada Silvia, dime de q trata y te hago llegar algún dibujo
para q lo valores, te agradezco tu respuesta. Un saludo”. Al día siguiente,
ilusionada porque estaba un tanto colapsada de navegar y navegar a la búsqueda
de alguien que pudiera entender, comprender e ilusionarse con mi proyecto, le
escribí. Le conté brevemente que quería ver alguno de sus dibujos, que el
proyecto trataba de una adopción internacional y que buscaba a alguien que
fuera capaz de transmitir lo que yo quería expresas con mis palabras. Buscaba a
alguien con una sensibilidad especial, alguien capaz de meterse en la piel de un
menor adoptado, alguien que fuera capaz de transmitir con imágenes lo que yo no
era capaz de expresar con palabras.
No le mandé el texto, pero sí le expliqué qué buscaba. Quizás necesitaba
más a alguien que me acompañara en el proyecto y se emocionara con él que a una
persona que supiera dibujar. Lo que jamás imaginé era lo que el destino me
tenía reservado.
Apenas unas horas después de aquel 31 de octubre de 2008, 11
meses antes de que Esperándote viera la luz, recibí un mensaje que me hizo
saltar las lágrimas. El mensaje empezaba así: “No sabes lo feliz que me haces
con tu proyecto, ¿sabes que yo soy adoptada? me entere con 23 años y resultó
que provenía de una familia italiana. Hoy día las dos familias se conocen”
Junto a otro mensaje, minutos después, me llegaba la siguiente imagen:
Sobran las palabras, ¿verdad? Porque yo veo China en esta imagen. Yo todavía no había sido capaz de contarle nada sobre mí. No le
había hablado de mi blog, no sabía absolutamente nada de mi adopción
internacional en China. Recibir esta imagen tras las anteriores palabras
hicieron que supiera que sería ella, Maria José Lacomba, quien debía ilustrar
el cuento. ¡NO podía haber tanta casualidad! Supe posteriormente que ella vivía
en el lugar de origen de mi padre y que yo vivía en el lugar que la vio nacer.
Casualidad o destino, no lo sé… pero así fue como esta historia comenzó.
Desde aquel momento hemos compartido muchísimas cosas; ella me
ha acompañado en mi trayecto hasta hoy en vano hacia la maternidad adoptante y
yo la acompañé en un momento durísimo de su vida. Ella no sólo fue adoptada,
sino que además tuvo que enfrentarse a otro abandono muy duro en su existencia.
Madre de cuatro preciosas criaturas ha tirado hacia delante como ninguna
persona de las que hasta hoy conozco. ¡Y no sólo eso! Sino que además ha tenido
la fortaleza de hacerlo sola, sin ninguna ayuda profesional. Es una MAMÁ con
todas las letras de la palabra, una persona GRANDE donde las haya. Una
luchadora incansable, inteligente y muy pero que muy especial.
Juntas creamos los tres cuentos. Esperándote llegó 11 meses
después de conocernos. ¿Por qué no estuve en la barriga de mamá? Es la pregunta
que ella, como adoptada, nunca se hizo. “Cuando descubres que eres adoptada con
23 años ya no te preguntas estas cosas –me dice”. Tiku y su adopción llegó el
último, no estaba previsto, pero era mi pequeño homenaje hacia ella. Ya conté
un día que cuando Maria José era pequeña y desconocía su origen, soñó que su mamá era una
canguro que no tenía bolsa marsupial y que para poder llevarla consigo se cosía
una bolsa en la tripa. A partir de esta historia creamos a Tiku que, a día de
hoy, remueve sentimientos entre los más pequeños.
Hace unos meses me regaló quizás uno de los regalos más
preciados que me han hecho en la vida; ser la madrina de su recién llegada
hija. Yo sé lo que para ella significa este hecho, pero yo jamás pensé que tan
preciado regalo me fuera ofrecido a mí. La pequeña Giulietta llegó el pasado
día 16 de febrero a las 23.30 horas y es uno de los bebés más bonitos que he
visto en mi vida. El pasado día 1 de marzo la tuve en brazos por primera vez y debo
confesar que la sensación fue indescriptible… uno de esos momentos en los que
no existen palabras para expresar los sentimientos que se generan dentro de ti.
Ha sido un fin de semana muy especial. Sin duda alguna. El destino, a
veces caprichoso, me sigue sorprendiendo. Anoche, ya en la cama, pensaba “quizás nunca llegue a saber lo que es ser madre, pero habré conocido a tantas
personas especiales en el camino que nunca podré decir que no ha merecido la
pena intentarlo”.