Esta mañana, sin saber que el destino te preparaba un eterno descanso, te nombré. Los largos tiempos de espera, tu edad que seguía avanzando sin detenerte y la edad de tu hija te tenían preocupada.
Hacía tiempo que no nos veíamos pero siempre nos hemos sentido un cariño muy especial; imagino que fundar Adopta2 y estar al pie del cañón en tiempos difíciles hizo que nos entendiéramos muy bien. Muchos eventos a las espaldas, muchas asambleas en las que tres o cuatro personas decidíamos los siguientes pasos. Y allí estabas siempre tú con tu marido y tu pequeña esperando en la puerta. Tú, tu saber estar, tu saber decir, tu saber vestir siempre tan adecuada y esa sonrisa de labios rojos que hacía fácil lo que parecía difícil.
Hoy, a miles de kilómetros de distancia, he sabido que el destino te ha arrancado la vida de un plumazo. Así, de repente, sin explicaciones Hoy te han arrancado una vida llena de sueños y esperanzas... Una preciosa vida en familia.
Siento rabia, siento impotencia, siento ira, dolor, mucho dolor... Y lágrimas. Me duele terriblemente no estar allí para despedirte, para acompañar a todos aquellos que hoy te dan ese último adiós.
Injusticia. Soledad. Miedo. Dolor. Es injusto por ti, querida amiga, por tu marido, por tu hija, quien vivirá terriblemente un segundo abandono que hará una terrible mordedura en su alma para siempre, y por todos aquellos que te queremos y hoy te lloramos.
Querida amiga, buen viaje. Descansa en paz.